Los asesinatos del Tylenol se iniciaron el 29 de septiembre de 1982 en el área metropolitana de Chicago. La prensa de ese entonces se refirió a estos asesinatos como los crímenes Tylenol ya que todas las víctimas murieron luego de tomar cápsulas de paracetamol de la marca Tylenol, adulteradas por el asesino con cianuro de potasio.

La historia:

El 29 de septiembre de 1982, siete personas en el área de Chicago ingirieron pastillas de Tylenol envenenadas y, en consecuencia, colapsaron y murieron poco después. 

Las víctimas fueron: Mary Kellerman de 12 años, Mary Reiner de 27 años, Mary McFarland de 31 años, Paula Prince de 35 años, Adam Janus de 27 años, Stanley de 25 años. Janus y Theresa Janus, de 19 años. 

En el caso de Adam Janus, este  ingirió un Tylenol y murió en el hospital. Cuando la familia lloraba su muerte, su hermano Stanley Janus y su esposa Theresa tomaron un Tylenol y murieron, por lo que fueron tres muertes en la misma familia el mismo día. Sin embargo, esta tragedia es lo que llevó a los investigadores a conectar los puntos.

El investigador del condado de Cook, Nick Pishos, comparó la botella de Tylenol de Janus con la de Mary Kellerman y notó que tenían una similitud, un número de control: MC2880. El médico forense adjunto, Edmund Donoghue, le pidió a Pishos que oliera las botellas y Pishos respondió que ambas olían a almendras. 

Se sabe que el cianuro venenoso huele a almendras amargas que, en grandes cantidades, puede causar convulsiones, paro cardíaco e insuficiencia respiratoria. Los análisis de sangre de todas las víctimas mostraron que habían tomado una dosis de 100 a 1000 veces la cantidad letal.

 Donoghue habló con un abogado de Johnson & Johnson, la empresa matriz de Tylenol, y después de que todas las víctimas fueron enterradas el 1 de octubre de 1982, habiéndose llegado a la conclusión que las botellas de Tylenol fueron envenenadas intencionalmente con cianuro de potasio.

 Inmediatamente, el fabricante retiró del mercado más de 31 millones de botellas de Tylenol y emitió advertencias. También ofrecieron reemplazar las botellas retiradas del mercado por botellas nuevas y ofrecieron una recompensa de $100,000 a cualquiera que pudiera tener información sobre el perpetrador. Estas precauciones le costaron a la compañía más de $100,000,000.

Hubo varias muertes más con similares características en los Estados Unidos después de que ocurrió el incidente inicial. Esto condujo a la invención de los sellos de seguridad que se ven hoy en día en los frascos de medicamentos. 

El sospechoso

El principal sospechoso durante la investigación fue el neoyorkino James William Lewis. La policía dio con Lewis luego de que enviara una carta a la compañía  Johnson & Johnson en la que decía ser el culpable y pedía 1 millón de dólares a cambio de no adulterar más cápsulas.

A pesar de que Lewis fue finalmente arrestado y condenado por extorsión, no se puedo demostrar sus vínculos con alguno de los asesinatos. Es más, hasta el día de hoy, no se ha podido hallar otro sospechoso que haya sido acusado o condenado por los envenenamientos.

Más información sobre este tema en el artículo de SunSentinel


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