Ciencia y magia
Los científicos han determinado que la mayoría de las enigmáticas estatuas de piedra fueron construidas en los siglos XIV y XV, cortadas a partir de la toba (un tipo de piedra volcánica ligera) Con picos hechos de basalto, una piedra volcánica más dura.
Los arqueólogos supusieron que los isleños de Pascua usaban trineos y rollos de troncos para mover las pesadas estatuas de piedra. De hecho, la cantidad de madera necesaria para mover los moai a sus posiciones existentes alrededor de la isla desde donde fueron extraídos es probablemente la causa de la deforestación de la isla.
Sin embargo, los isleños insistieron en que los moai habían sido movidos por el maná de sus jefes (un misterioso poder cósmico que parecía llevar consigo dominio sobre el mundo material) lo que hizo que las piedras "caminaran" hasta su ubicación actual. También creían que las estatuas estaban dotadas de su propio maná, que emitían de sus ojos de coral para proteger a la isla del daño.
El explorador Thor Heyerdahl pensó que podría haber algo de verdad en la leyenda, así que en 1985 lo puso a prueba. Debido a que la construcción de los paneles de moai, tiene un centro de gravedad bajo, es difícil que se caigan. El equipo de Heyerdahl preparo un moai caído en una camilla y, al tener equipos alternos tirando de cuerdas, fueron capaces de hacer "caminar" el moai hacia adelante unos siete metros. (Podemos hacer esto cuando se mueve un pesado mueble de un rincón de nuestra casa.)
El desastre llega a la Isla de Pascua
El final del período de construcción de moai coincidió con el gran desastre ambiental de la isla de Pascua cuando los isleños se quedaron sin palmeras alrededor de 1400. Sin los árboles, no podían construir canoas para pescar, ni hacer cuerdas para mover moai, y no tenían madera para hacer fogatas. Sin un lugar para descansar, los pájaros se iban y por consiguiente, no había aves ni huevos para comer.
La crisis de fe que esto provocó fue profunda; enojados con sus ídolos que no pudieron protegerlos de este desastre ambiental, los nativos quitaron los ojos de coral de los moai y enterraron muchas de las estatuas. El conflicto acabo por un novedoso reto: un representante de cada tribu debía nadar una milla al islote vecino Moto Nui. El primero en regresar con el huevo de una golondrina fuliginosa se ganaría el derecho de distribuir los recursos de la isla para el año.
Los europeos trajeron ovejas y otros bienes a la isla en el siglo XVIII, lo que ayudó a los isleños, pero los recién llegados eran una plaga tanto como una bendición, ya que la población de la isla fue diezmando una vez más por los asaltos en el siglo XIX.
A pesar de los conocimientos de los arqueólogos sobre la construcción del moai, los misterios permanecen. La escritura de los isleños, llamada rongo rongo, nunca ha sido traducida. Sólo existen cerca de 21 ejemplos de esta escritura. En la década de 1930, el lingüista húngaro Guillaume de Hevesy señaló la similitud del sistema de escritura con ciertos signos y símbolos utilizados por la antigua cultura Harappan del valle del Indo, en el Pakistán moderno, lo que sugiere que la avanzada civilización Harappan pudieron haber sido los antepasados de los colonos originales.
Lo más significativo es que la Isla de Pascua es una advertencia para nosotros. Los moai, fueron ejemplo del poder espiritual encarnado en cosas materiales, fueron planteado por líderes tribales hambrientos por declarar su poder y estatus. Como resultado de esta carrera por consumir recursos, la isla fue deforestada y su civilización se hundió en el caos. En poco tiempo, los isleños no sólo eran incapaces de construir moai, sino también incapaces de conseguir lo esencial para su sobrevivencia. Como tal, los misterios de la Isla de Pascua son una advertencia para nuestra actual cultura de consumo conspicuo y sin sentido.
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